Deseo relatarte día a día los acontecimientos de la Semana más Importante de la Historia del Mundo.
Hoy es el día más oscuro en la historia del mundo. Desde el huerto de Getsemaní, Jesús es llevado a la casa del sumo sacerdote. Pedro y Juan lo siguen a una distancia. A Juan se le permite entrar al patio de la casa, y él pide permiso para que Pedro pueda entrar (Juan 18:15-16). Una sirvienta identifica a Pedro como uno de los discípulos de Jesús. Él, lo niega. Dos veces más la gente le acusa de lo mismo, y otra vez lo niega, la tercera vez con juramentos y maldiciones (Marcos 14:70-71). De repente, el gallo canta, y en ese momento, Jesús gira y mira a Pedro (Lucas 22:61). Pedro recuerda que Jesús había predicho esta infidelidad y siente que un cuchillo traspasa su corazón. Sale corriendo, y llora con lágrimas grandes de arrepentimiento.
Mientras tanto, los soldados se burlan de Jesús y lo golpean. Como juego, le vendan los ojos y le dicen que profetice quién fue el que lo golpeó. Amanece, y los miembros del Sanedrín se reúnen para iniciar un “juicio”. Pero lo han armado apresuradamente. No pueden concordar los testimonios de los testigos, y Jesús no habla. Al fin, exasperado, el sumo sacerdote dice: “Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios.” Jesús responde: “Tú lo has dicho” (Mateo 26:63-64). ¡Consiguen la confesión que buscan! Pero no tienen la autoridad para aplicar la pena capital. Necesitan la sanción de Pilato.
Así comienza uno de los juegos políticos más intrigantes de todos los tiempos. Los principales sacerdotes y los escribas acusan a Jesús de ser una amenaza para Roma. Lo acusan de prohibir a los judíos pagar impuestos a César (es obvio que no son honestos- ver Mateo 22:15-22). Pilato es lento para darles lo que le están exigiendo. No quiere tener la reputación de condenar ligeramente a la muerte a un hombre. Roma toma en serio el tema de la justicia. Pero los principales sacerdotes y los escribas están empeñados en destruir a Jesús para siempre. Ambas partes piensan que están controlando este juego, pero todo esto sucede de acuerdo con el plan de Dios (Juan 12:27). Pilato trata de traspasar la responsabilidad a Herodes. Herodes está encantado. Él espera ver un milagro de parte de Jesús. Pero, Jesús no está obligado a jugar ese juego, así que después de burlarse de él por un tiempo, Herodes lo envía de regreso a Pilato. Pilato todavía no quiere condenar a un hombre inocente. Pero la presión de los judíos está creciendo. Incluso están dispuestos a que Barrabás, un asesino condenado, se libere si Pilato consiente crucificar a Jesús. Al fin, Pilato cede. Los principales sacerdotes ganan.
Jesús está tan débil que no tiene la fuerza para cargar su propia cruz. Le exigen a Simón de Cirene que la lleve, y poco tiempo después, Jesús es clavado en la cruz, y levantan la cruz en su lugar. Desde la cruz, Jesús mira hacia abajo y le pide a Dios que los perdone por lo que le están haciendo. Los líderes judíos se burlan de él. Los soldados se unen a la burla al igual que los dos ladrones que están siendo crucificados junto a Jesús. Luego, en un momento de gracia inesperada, uno de los ladrones se da vuelta y dice: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”. Jesús responde: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. (Lucas 23:42-43).
Como al mediodía, una oscuridad cae sobre toda la tierra. Hay un terremoto. Luego, varias tumbas se abren y las personas que habían estado muertas están ahora caminando dentro de Jerusalén. La cortina que protege el lugar santísimo del templo se parte desde arriba hacia abajo. A las 3:00 de la tarde, Jesús grita en voz alta: “Consumado es.” Su cabeza cae al pecho, y muere.
Los amigos de Jesús están a una distancia. El centurión romano nunca ha visto algo así. Luego, en la oscuridad del momento del día más oscuro, aparece una pequeña luz de la gracia de Dios. Es uno de los giros más inesperados de todo este drama. Los hombres que vienen a bajar el cuerpo de Jesús de la cruz para darle un entierro adecuado son dos hombres del Sanedrín, José de Arimatea y Nicodemo. Bajan su cuerpo, lo envuelven en lienzos y lo llevan a una tumba cercana. Dios el Hijo, el Creador del universo, ha muerto.
Nuestra respuesta
Al colgar en la cruz, Jesús se convirtió en una maldición para nosotros, y al hacerlo, nos redimió de la maldición que llevamos por nuestra incapacidad y nuestra falta de voluntad de someternos a la ley de Dios (Gálatas 3:13). Somos bendecidos porque él fue maldecido. Su amor, el más grande de todos los amores, se dio cuando entregó su vida por nosotros.
Autor: Tim Chapman
Autor
Está casado con Cheryl y tienen tres hijos, Lauren, Micah y Abigail. Juntos han trabajado como misioneros en el Perú desde el año 2006. Es el pastor principal de la Iglesia Bautista Gracia, en el centro de Lima. Tiene su Bachiller en Educación de la Universidad de Bob Jones, y una Maestría en Teología de Calvary Baptist Theological Seminary.