A través de mi vida cristiana, he tenido la oportunidad de escuchar a muchas personas hablar acerca del evangelio, y en diferentes ocasiones las definiciones que brindan están distantes del mensaje del evangelio. Por un lado, escucho decir que el evangelio tiene que ver con la evangelización, enfatizando que el testimonio personal es el recurso que nunca falla. Tener un testimonio personal impactante puede ser de mucho interés para los oyentes y hasta puede ser utilizado por Dios para iniciar una conversación sobre el evangelio, pero no es el evangelio. Por otro lado, muchas personas tienden a descifrar el mensaje del evangelio por medio de las acciones que el hombre puede realizar, como dedicarle tiempo a la lectura de la Palabra, tener un tiempo de oración o incluso asistir a alguna congregación evangélica.
Todas estas acciones mencionadas anteriormente pueden ser consideradas como buenos hábitos, pero no son necesariamente el mensaje del evangelio, más bien, son resultados que el evangelio produce en la vida de un cristiano. El evangelio no es algo que nosotros producimos a través del cumplimiento de reglas envueltas en buenos consejos para la vida. El evangelio son las buenas nuevas de algo que ha sido hecho a nuestro favor por medio de los méritos exclusivos de Jesucristo.
El evangelio es un evento histórico que proclama la vida, la muerte y la resurrección de Jesús, quien vino al mundo a rescatar al hombre. El evangelio es la obra redentora de Cristo iniciada exclusivamente por Dios. El evangelio nos menciona que Dios en Jesús se hizo hombre, vivió una vida perfecta cumpliendo así con toda la ley (acto que ninguna persona puede alcanzar), fue clavado en una cruz romana tomando nuestro lugar para morir por nuestros pecados, y así evitar que el hombre reciba la santa ira de Dios. Jesús resucitó, venciendo la muerte y dejando la tumba vacía, para después ascender al cielo de donde esperamos también su próximo retorno.
Como cristianos evangélicos, creemos que Dios existe y lo que Él nos ha hablado principalmente se encuentra en las páginas de las Sagradas Escrituras. La Biblia es una historia, la historia del evangelio de Jesucristo. Esta gran historia se puede dividir en cuatro capítulos sencillos.
La Creación. En el principio, Dios creó todo bueno. La frase que se repite nueve veces en los primeros dos capítulos de Génesis es la frase, “y era bueno.” Toda la creación funcionó como debería haber funcionado, sin falla, sin problemas. La creación era muy buena.
La Caída. En Génesis capítulo tres, encontramos a la primera pareja desobedeciendo a Dios. Comieron la fruta del único árbol en todo el campo que Dios les había prohibido comer. Pecaron contra Dios, y la humanidad tanto como toda la creación cayó bajo la maldición del pecado.
La Cruz. Desde la caída del hombre hasta la venida de Jesús vemos a la humanidad en distintas formas buscando su propia salvación. Sin embargo, la evidencia histórica nos demuestra que el hombre no tiene la capacidad de salvarse así mismo. Los efectos de la caída son tan persistentes que era necesario que Dios mismo viniera a la tierra para darnos una solución a nuestro problema principal – el pecado. Jesucristo vino, y en la cruz Dios le castigó a Él por nuestros pecados. Y cuando Jesús resucitó de la muerte, demostró que de la manera que Él recibió una nueva vida nosotros también podemos recibirla.
La Consumación. Aunque es cierto que Dios da nueva vida a los que creen en él, todavía no vemos la realidad de una creación renovada. Por eso, esperamos la segunda venida de Cristo, seguida de “un cielo nuevo y una tierra nueva”, en la consumación de los tiempos.
El evangelio es la declaración más concreta que explica nuestra existencia. La historia del evangelio pone de manifiesto nuestro origen, nuestro problema, nuestra solución, nuestro propósito, y nuestra esperanza.
¿Cómo formamos parte de esta historia?
Si reconocemos nuestra condición pecaminosa y confiamos por fe en Cristo Jesús y en el perdón de Su Gracia, descansando plenamente que nuestra aceptación no depende de nosotros, sino de la obra de Cristo, podemos ser parte de esta historia maravillosa.
El mensaje del evangelio debe producir en el cristiano un anhelo de honrar la persona y obra de Jesús, que impulse al corazón un deseo por vivir en santidad. El evangelio es la buena noticia que cuando es apropiadamente aceptada, recibida y entendida es capaz de causar gozo en la persona que cree.
Autor
Vive en Lima, Perú. Es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Gracia. Tiene una Licenciatura en Educación, Maestría en Artes en Southern Baptist Theological Seminary y una Maestría en Divinidad en Midwestern Baptist Theological Seminary. Actualmente, es candidato al Doctorado en Ministerio en Southern Baptist Theological Seminary. Está casado con Laura, con quien tiene una hija. Le encanta leer y tener conversaciones acompañado con una taza de café.
- Rubén Villarhttps://blog.graciaenlima.com/author/ruben/
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