¿La Nueva Normalidad?

La nueva normalidad es la frase que se está utilizando en muchos países incluido el Perú. Esta nueva medida describe el retorno post-confinamiento a causa del Covid-19. La nueva normalidad implica muchos cambios de los hábitos comunes y cotidianos que se desarrollaban dentro de una sociedad como la peruana.

“El aislamiento social obligatorio terminó en algunas regiones del Perú y para algunos grupos. Estamos ahora en lo que se llama “la nueva normalidad”, pero no por eso debemos dejar de realizar las formas de prevención para evitar el contagio de la Covid-19. De hecho, es este momento donde se debe tener aún más cuidado al salir a las calles puesto que hay más circulación de personas en los espacios públicos, tiendas, mercados, bancos, entre otros. Ante esta situación, el uso de la mascarilla, el lavado de manos o el distanciamiento social siguen siendo vitales para evitar el contagio del virus”[1].

Muchos peruanos han implementado diversas formas de cuidados, desde el uso de protectores faciales, hasta portar un atomizador de alcohol consigo para buscar maneras de evitar el contagio masivo del virus. Desde el momento que el gobierno ordenó levantar el confinamiento, nuevamente en muchas partes del país los casos han incrementado de forma alarmante, es por eso que dentro de esa “nueva normalidad” una vez más nos encontramos con la restricción de salida los días domingos.

Muchos vivimos con la expectativa de ver otra vez reunida la iglesia en los templos. Sin embargo, mientras más avanzamos en el tiempo, más nos encontramos ante la incertidumbre de pensar cuando será posible ver nuevamente los templos abiertos y tener la oportunidad de caminar por las calles sin todas las restricciones que nos toca vivir ahora.

Ante estas medidas, este nuevo estilo de vida llamado “nueva normalidad” puede crear una conformidad en el corazón del cristiano. ¿A qué me refiero? De algún modo esta “nueva normalidad” puede llevarnos a sentirnos cómodos con la realidad de no estar ejercitando nuestras actividades regulares de la vida cristiana. Estas circunstancias han puesto a prueba nuestra fe. Como cristianos nos corresponde tener una respuesta frente a esta realidad que nos toca vivir y demanda hacernos la pregunta ¿Cuál debe ser la actitud del cristiano frente a esta nueva normalidad?

Primero, debemos vivir bajo la soberanía de Dios. El Señor de los cielos y la tierra no nos ha olvidado por más que estemos sufriendo alguna crisis por causa de esta pandemia. Dios sigue comprometido con la obra de sus manos. El Señor está sentado en Su trono, y eso debe traer confianza y esperanza que las cosas en esta tierra no son eternas. Eso no quiere decir que restemos importancia a nuestro sufrimiento o que a Dios no le importe nuestro dolor. Recuerda, Dios ha prometido acompañarnos en medio del sufrimiento.

Por otro lado, si el Señor está sentado en Su trono, debemos tener presente su autoridad, pero no para que respondamos con miedo, sino para que respondamos con una vida que le honra. Una vida que mira a través del lente de Dios no está sujeta a la pereza espiritual, sino que anda como es digno de su vocación (Efesios 4:1), ocupándose de su salvación con temor y temblor (Filipenses 2:12). No conformándose a este mundo, como si tuviera una vida fluctuante alineándose a una apatía espiritual, sino que más bien persevera en medio del sufrimiento y da evidencia de que su alma ha sido salvada por Cristo (Hebreos 10:23).

Segundo, debemos vivir bajo la certeza de la fe. Cuando la crisis viene a la vida del creyente, una de las cosas que se apodera de nuestros corazones es el miedo. No es malo que los cristianos sientan miedo en algún episodio de su vida, pero no es normal que los cristianos se dejen controlar por el miedo. El miedo inicia cuando las cosas comienzan a escaparse de nuestras manos. Dentro de la vida del cristiano comúnmente existe una lucha entre la fe y el miedo. Son dos polos opuestos que no pueden lidiar entre sí, y cuando eso se hace evidente surge la duda. Humanamente sentimos temor de contraer el virus, y por ende, infectar a otros y estar mal físicamente. Sin embargo, debemos tener presente que, de este lado de la gloria, estamos bajo un Dios soberano. Más que un miedo terrible a la enfermedad, nuestra fe debe llevarnos a honrar y temer al Señor.

Eso no quiere decir que tomemos una postura extrema y vivamos como queramos dando a entender que somos “inmunes” sin tomar las precauciones del caso. Es importante ser prudentes. Ten presente que nuestra fe no solo comunica lo que creemos, sino que también demuestra amor a nuestro prójimo en la práctica. Busquemos prudentemente seguir las pautas establecidas por el bien de la salud pública, aún si te incomodan algunas medidas sanitarias e incluso si no estás convencido de que la ciencia esté haciendo del todo bien. A causa de la incertidumbre en la manera que se está propagando el COVID-19, ¿no deberíamos equivocarnos teniendo mayor protección en vez de menos? ¿no deberíamos pensar en nuestro prójimo y lo que nuestra fe comunique al final?

Tercero, debemos vivir bajo la comunión de la oración. Cuando Jesús estuvo a punto de ser entregado para luego ser crucificado, pasó la noche orando y pidió a sus discípulos que se mantuvieran en oración sabiendo que la carne es débil (Marcos 14:38). Esas mismas palabras necesitamos que sean muy evidentes en estos tiempos si verdaderamente somos seguidores de Cristo. No podemos solo pensar que dependemos del Señor y no estar ejercitando este medio de gracia que es la oración. Si somos conscientes y sensibles de nuestras luchas y debilidades de encontrarnos en un instante siendo seducidos por los deseos de este mundo, debemos persistir en la oración. Esta es una pregunta seria que puedes hacerte, ¿cómo deseas ser recordado al final de esta pandemia? ¿cómo alguien que perseveró a pesar del sufrimiento, anhelando más fuertemente al Señor en oración?

No hay fundamento en esta tierra que te pueda sostener. Necesitas venir al verdadero Fundamento que es más alto que tu (Salmo 61:2). Necesitas venir a la Roca Inamovible que es Jesús. Y al creer esta verdad, eso te motive a permanecer firme y ser hallado fiel hasta el final (1 Corintios 4:2).

[1] Tomado de Radio Programa del Perú (R.P.P.) https://rpp.pe/peru/actualidad/verdadero-y-falso-que-debemos-saber-en-esta-nueva-normalidad-noticia-1278040?ref=rpp

 

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Vive en Lima, Perú. Es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Gracia. Tiene una Licenciatura en Educación, Maestría en Artes en Southern Baptist Theological Seminary y una Maestría en Divinidad en Midwestern Baptist Theological Seminary. Actualmente, es candidato al Doctorado en Ministerio en Southern Baptist Theological Seminary. Está casado con Laura, con quien tiene una hija. Le encanta leer y tener conversaciones acompañado con una taza de café.

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