La motivación del cristiano en tiempos electorales

Escribo sobre este tema por el contexto en el que nos encontramos, elegir a un presidente para nuestro país. Ahora estamos afrontando la segunda vuelta electoral donde se definirá al presidente electo. A causa de esto se observan dos partidos políticos en plena contienda para ganar a la mayor cantidad de simpatizantes. Por otro lado, he leído comentarios de personas que fomentan positivamente a un candidato en particular y denigran al otro. Los cristianos no somos ajenos a esta realidad porque podemos caer fácilmente en estas mismas actitudes. Asimismo, aunque sabemos que como creyentes nuestra única confianza tiene que estar puesta en Dios, como ciudadanos de este país nos corresponde votar por alguien. Todo esto me llevó a evaluar la situación y a preguntarme,  como cristiano ¿cuál debería ser nuestra postura frente a estas elecciones?

El Antiguo Testamento nos narra un hecho histórico acerca de Saúl, el primer rey del pueblo de Israel. La Palabra nos enseña que antes de su reinado el pueblo de Israel era guiado por el profeta Samuel, un siervo de Dios que enseñó al pueblo a caminar en obediencia y cumplimiento de la ley. Sin embargo, al pasar el tiempo el pueblo anheló tener un rey, así como los pueblos vecinos lo tenían:

«Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos. Conforme a todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a mí y sirviendo a dioses ajenos, así hacen también contigo. Ahora, pues, oye su voz; mas protesta solemnemente contra ellos, y muéstrales cómo les tratará el rey que reinará sobre ellos» (1S. 8:6-9)

Dios ya había determinado anteriormente que sí pondría a un rey (Dt. 17:14-20), pero este no era el momento. Esto fue motivación del pueblo porque no quería ser gobernado por Dios y querían a un hombre que les gobierne, así como las otras naciones; dejando ver así sus motivaciones pecaminosas. No obstante, Dios concedió su petición al pueblo y les dio lo que querían, pero también les advirtió acerca del servicio que tenían que hacer hacia el nuevo gobernante. Durante ese tiempo aparece Saúl de la tribu de Benjamín. La Biblia lo describe como un hombre que físicamente era de buena apariencia (1S. 9-4). Dios ordena a Samuel que unja a Saúl como príncipe sobre su pueblo (1S. 9:16). Todo este hecho podría decirse que pasó de manera discreta entre Saúl y Samuel, ya que Saúl no contó que había de ser ungido. Todo esto da a entender que Dios ya había determinado al rey que elegiría el pueblo. Después Samuel convocó al pueblo para que escogieran a su rey de entre las tribus. Cuando ocurrió esto Saúl estaba escondido y abrumado por lo que estaba pasando (1S. 10:17-27), pero cuando se mostró ante el pueblo ellos vieron a un hombre con toda la postura de un rey. Segados por su apariencia, el pueblo aceptó a Saúl y fue elegido rey.

Por otro lado, cabe señalar que Saúl inició bien sus primeros años como rey, sin embargo, al pasar el tiempo desobedece a Dios cayendo en pecado, prefiriendo el sacrificio antes que la misericordia (1S. 15:22-23). Tras la caída de Saúl, Dios provee un rey para su pueblo conforme a su corazón, llamado David. Durante el proceso de transición, Dios, estuvo en control guiando a Samuel al momento de identificar al siguiente rey. «Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón» (1S. 16:7). Sin duda, Dios no se deja sorprender por las apariencias del hombre, Él ve el corazón. Guiarse por las apariencias siempre será una mala decisión. Hasta aquí la Palabra nos da una gran enseñanza que podemos aplicar a nuestro diario vivir: Dios gobierna por encima del hombre, por la tanto, nuestra confianza solo debe descansar en Él. No depositemos nuestra confianza en un gobernador de este mundo, porque al único lugar donde tienen que mirar nuestros ojos es a Dios. No conocemos el corazón de estos gobernantes, por la tanto, nuestra esperanza no puede estar puesta en el hombre, sino solo en Dios quien es Soberano. Como dijo el pastor Sugel Michelén: «si alguno de los candidatos que son elegidos son los más inmorales, recuerda que en su sabiduría puede usar líderes corruptos para llevar a cabo sus planes», dijo esto refiriéndose a la enseñanza del libro de Romanos capítulo 13. Es una gran verdad que Dios está en control de todo lo que pasa en esta vida. Así como permitió que Saúl fuera rey, para enseñarle al pueblo lo mucho que necesitaban depender de Él, así también, en su sabiduría y soberanía, proveerá un nuevo gobernante para nuestro país y así cumplir sus propios propósitos. Dios dice en la carta a los romanos «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Ro. 8:28)

Ahora bien, como ciudadanos de este país es nuestra responsabilidad cumplir con el deber de sufragar, pero ¿cómo debemos elegir? ¿para quién debería de ir nuestro voto? Bueno, tenemos que conocer el perfil de cada candidato, saber si practican buenos principios morales, que disciernan entre lo malo y lo bueno, que se acerquen lo más posible a la practica de la justicia y la verdad. Nuestra elección sería votar por el que se comprometa a cumplir con los principios morales y provea bienestar en la sociedad. Debemos orar por ellos, siguiendo el mandato bíblico, pidiendo a Dios que toque el corazón de quien gobierne este país, para que sea guiado con sabiduría y justicia (1Ti 2:1-4).

Finalmente, debemos entender que dependemos completamente de Dios y su gracia salvadora. La política y el gobierno humano difieren mucho del Reino de Dios. Por lo tanto, no depositemos nuestra esperanza en la destreza del hombre para gobernar. El voto es personal, no sé por quién vayas a votar, pero ten presente que tu confianza debe estar solo en Dios que gobierna por encima del hombre. Quiero terminar recordándoles hermanos míos, que nuestro llamado es más transcendente que cualquier gobierno humano. Nuestro llamado es predicar las buenas nuevas de salvación. Nuestro deber es mostrar al pecador que hay un único gobernador digno de todo honor y gloria, Él es el Rey de reyes, Él es el Cristo de la gloria, nuestro Salvador Jesucristo quien gobierna y gobernará eternamente.

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Miembro de la Iglesia Bautista Gracia, vive en Lima, Perú. Anhela servir a Dios a tiempo completo y enseñar la Palabra a dónde Dios lo lleve. Le gusta leer libros enfocados principalmente en Dios y disfruta cantar alabanzas.

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