Uno de los temas que abarca toda la Escritura es el de la imagen de Dios. Aparece desde el principio, en el huerto de Edén, y nos dice algo muy poderoso acerca de lo que Dios estaba haciendo cuando creó el universo. En medio de todas estas cosas espectaculares que Dios creaba – la luz, el agua, una gran variedad de vegetación y plantas, una maravillosa variedad de animales – Dios creó una criatura que fue diseñada específicamente a su propia imagen; o, podríamos decir, fue creado para reflejar la imagen de Dios (Gen. 1:26-27). Este portador humano de la imagen de Dios tendría algunas características únicas. Primero, sería semejante a Dios de manera que las otras criaturas no lo serían. Aunque el texto del primer capítulo de Génesis no define todo lo que esto significa, podemos deducir varias cosas. El ser humano tendría una capacidad racional más como Dios que los animales. Tendría una conciencia de sí mismo de la que carecen los animales, pero claramente viene de la naturaleza de Dios mismo. También tendría, como lo dice Salomón, eternidad en su corazón, tanto el sentido como la realidad de la existencia eterna (Ecl. 3:11). En segundo lugar, el ser humano tendría una autoridad sobre toda la creación que es exclusiva de los seres humanos y muy parecidos a Dios en que Dios es la autoridad más alta sobre su creación. En tercer lugar, la imagen de Dios realmente tomaría dos formas muy diferentes pero compatibles entre sí, masculina y femenina. Ambos se crearon a la imagen de Dios y han sido hechos para reflejar la gloria de Dios. Lo hacen dentro de sus roles complementarios como hombre y mujer de maneras más variadas y hermosas de lo que hubiera sido posible si existiera un solo género.
Tristemente, llegando al tercer capítulo de Génesis, vemos que la imagen de Dios en los seres humanos quedó estropeada. Génesis tres debe ser el capítulo más triste de toda la Biblia, y es así principalmente porque vemos que la humanidad ya no reflejará toda la bondad y el amor del Creador como Dios lo diseñó. Una cosa interesante que vemos a medida que avanza el Antiguo Testamento es que los seres humanos, para representar a Dios, comienzan a hacerse imágenes de piedra, madera, metales y todo tipo de cosas. Lo que hace que esto sea interesante es que el hombre está tratando de recuperar lo que se perdió debido al pecado y la maldición de Dios sobre la creación. Ahora, no es tan preciso decir que la imagen de Dios en la humanidad se perdió por completo. ¿Malograda? Sí. ¿Perdida? No completamente. Sin embargo, la imagen de Dios en la humanidad está tan deformada y retorcida que nadie puede realmente ver la gloria de Dios de manera convencible en los seres humanos. Había unos pocos puntos brillantes en el camino, las personas que amaban a Dios y cuyas vidas reflejaban la bondad y la santidad de la gloria de Dios; pero eran pocos.
Luego, en un pequeño establo, en una ciudad pobre, un Niño nació de padres judíos humildes. El mundo no tenía idea de lo que estaba sucediendo ese día. Llegó a la tierra un perfecto portador de la imagen de Dios. Él creció, y aunque muchas personas llegaron a odiarlo, no fue porque él había pecado contra ellos; fue porque él reflejó perfectamente la gloria de la santidad de Dios, y eso hace que los seres humanos soberbios y pecaminosos se sientan muy incómodos. Vivió de una manera (y murió de una manera) que demostró que era el portador de la imagen perfecto de Dios. A esa conclusión llegó el apóstol Juan después de mucha deliberación sobre la esencia de este hombre Jesús con quien vivió durante 3 años (Juan 1:1-5). Pero, algo terrible sucedió. Este portador de la imagen perfecta fue asesinado por las mismas personas que se suponía que estaban reflejando la santidad de Dios, los líderes religiosos en Jerusalén. La pregunta más importante se convierte en: ¿Qué está pasando con la recuperación de la imagen de Dios en el mundo? Sin la presencia del portador de la imagen perfecta, ¿Hay todavía esperanza de que Dios realmente pueda restaurar su imagen perfecta en el mundo?
Luego viene el apóstol Pablo, y él nos dice algunas cosas muy sorprendentes sobre el plan de Dios para recuperar su imagen en el mundo. En Romanos 8:29, nos dice que Dios ha predestinado a ciertos humanos para que se conformen a la imagen de su Hijo. En otras palabras, parece que Dios no ha abandonado su proyecto para recuperar su imagen en el mundo. De hecho, él está haciendo una obra que consiste en la renovación de su imagen en muchos humanos en el sentido de que los está conformando a la imagen del portador de la imagen perfecta, Cristo Jesús. Luego, en Colosenses, después de decirnos que Jesús es la imagen del Dios invisible (Col. 1:15), Pablo aclara que este proceso de conformidad a la imagen de Dios está pasando en todos aquellos que han nacido de nuevo; en aquellos que han despojado del viejo hombre y se han revestido del nuevo hombre (Col. 3:9-10).
Luego, en una hermosa clausura al tema, vemos que este proceso de la renovación de la imagen de Dios se lleva a cabo, y se llevará a cabo, en las personas de todo el mundo, desde todos los ámbitos de la vida. No importa si eres judío o gentil; si eres educado o no educado; si eres un esclavo o si eres libre. ¡Cristo es el todo, y en todos! (Col. 3:11).
Entonces, ¿qué deberíamos aprender de todo esto? En primer lugar, esto debería informar nuestra visión tanto de los derechos humanos como de los derechos de los animales. Dios se preocupa por las plantas y los animales; sin embargo, está más profundamente comprometido con la renovación de su imagen en los seres humanos. Debemos tratar a los demás con respeto y dignidad porque entendemos el compromiso de Dios con los que Él ha creado a su imagen, especialmente aquellos en los que ha creado una nueva vida y en quien se renueva el conocimiento de su propia imagen. En segundo lugar, los que somos creyentes debemos descansar en el hecho de que Dios está comprometido con la renovación de su imagen en nosotros, y debemos esforzarnos por vivir de una manera que refleje la perfección y la santidad de la imagen de Dios. En tercer lugar, debemos salir como proclamadores del evangelio con la confianza de que Dios es glorificado en la salvación y la renovación de personas de todos los ámbitos de la vida. Si él está comprometido con la renovación de su imagen en esta gran variedad de personas, es correcto que nos comprometamos con los mismos propósitos. No permitamos que nuestras diferencias culturales, nuestras preferencias, o nuestra incomodidad nos impidan a participar en los propósitos del evangelio de Dios; específicamente, su propósito de renovar su imagen en nosotros, los elegidos y redimidos portadores de su imagen.
Autor
Está casado con Cheryl y tienen tres hijos, Lauren, Micah y Abigail. Juntos han trabajado como misioneros en el Perú desde el año 2006. Es el pastor principal de la Iglesia Bautista Gracia, en el centro de Lima. Tiene su Bachiller en Educación de la Universidad de Bob Jones, y una Maestría en Teología de Calvary Baptist Theological Seminary.
- Tim Chapmanhttps://blog.graciaenlima.com/author/tim/
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