Desde tiempos remotos hemos asociado la idolatría con ocultismo, religiones paganas, leyendas y mitos. Pero la realidad de estos tiempos, es que vivimos en medio de una sociedad idolatra que solamente ha cambio el nombre de los dioses paganos por nombres que culturalmente usamos, no siendo algo muy diferente en la mente de la sociedad moderna que vivimos, así como dice Tim keller:
“Nuestra sociedad contemporánea no es fundamentalmente distinta a esas sociedades antiguas. Todas y cada una de las culturas se hallan bajo el dominio de su propio conjunto de ídolo. ¿Qué son los dioses de la belleza, el poder, el dinero, y el éxito, sino estas mismas cosas que han alcanzado proporciones míticas en nuestra vida individual y en nuestra sociedad?”[1]
Vivimos en la realidad de encontrarnos en un mundo caído, donde han desviado sus mentes y corazones del único Dios Verdadero. Lo que antes eran estatuas de adoración para quemar la ofrenda con el propósito de buscar una retribución, ahora se ha convertido en cuentas desmedidas para comprar los productos más caros y eficientes para tener el rostro perfecto, o quemar varias horas al día ejercitando el cuerpo para hallar el físico perfecto, o buscar siempre desmedidamente tener los últimos productos de moda para el hogar o el cuerpo.
Desde el principio, Dios fue muy claro con el tema de la idolatría. En Éxodo 20:3 dice, “No tendrás dioses ajenos delante de mí.”
Este mandato es un llamado a amar a Dios con todo nuestro corazón. Cuando Moisés reunió al pueblo de Israel para escuchar la ley de Dios antes de cruzar el río Jordán para entrar a Canaán, Dios utilizó estas palabras para recordarles y les dijo en Deuteronomio 6:4-5, “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. 5Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”
Cometemos un grave error si pensamos que principalmente el cristianismo es solo guardar la ley, o en este caso no ser idolatras, sino más bien proyectar una vida pura. Desde un principio la relación de Dios con su pueblo, para ser más específicos con el texto, el corazón de la ley ha sido, el amor. Amar a Dios de manera suprema y única. Dios no está interesado en nuestra conformidad externa con su ley, si es que nuestros corazones aman otra cosa.
Por otro lado, no podemos pasar por alto que este es un mandato a resistir la tentación de permitir que algún ídolo tome el lugar de Dios en nuestra vida. La historia de Israel está llena de situaciones en las que se desviaron el corazón del pueblo de Israel para buscar otros dioses.
El profeta Oseas describe a Israel como perseguidor de sus amantes, como una mujer que comete adulterio y abandona a su primer marido (Oseas 2).
Aun las cosas que Dios en algún momento usó para bendecir al pueblo, se convirtió en un objeto de idolatría. En 2 de Reyes encontramos a Ezequías un claro caso: “El quitó los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán” (2 Reyes 18:4).
El asunto del problema es que aun las cosas que Dios ha usado para bendecirnos pueden convertirse en tropiezo para nuestras vidas cuando ponemos nuestra mirada en ellas en vez de Cristo.
Todos estos ídolos que el corazón fabrica son salvadores falsos que promueven evangelios falsos. La tendencia del hombre es buscar todas estas cosas fuera de Dios. El hombre busca en esta vida la aprobación, el éxito, el control, la reputación, el placer, el conocimiento, el reconocimiento en sí mismo. Poco a poco esos salvadores falsos envuelven el corazón en idolatría.
¿Qué es un ídolo?
Tim Keller dijo “un ídolo es algo que para nosotros es más importante que Dios, algo que absorbe más que Dios en nuestro corazón y nuestra imaginación, algo que buscamos para que nos dé lo que solo Dios puede dar” [2]
Pablo lo expresa en términos de cambiar la verdad de Dios por una mentira y adorar a la criatura en lugar del Creador. “Ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador” (Romanos 1:25).
Nuestro corazón convierte esos anhelos (aún pueden ser buenas cosas) en ídolos. Si buscamos que sea alguna cosa creada la que nos dé una razón de vivir (aprobación, felicidad, seguridad, esperanza) que solamente Dios mismo nos puede dar, esa cosa terminará fallándonos y nos romperá el corazón.
La mentira que el mundo pone como algo creíble es que, si damos nuestro afecto a algo aparte de Dios, podemos ser felices. Dios nos está llamando a aquello que nos puede dar verdadero gozo; la adoración de Él solo.
Debemos recordar que todo ídolo falso falla, pero nuestro corazón no lo vera así porque la idolatría está profundamente enraizada y nos ciega a ver los pecados más visibles. Necesariamente debemos hacernos estas preguntas:
¿Qué es lo que más amo, confió o temo en esta vida?
La búsqueda de algo que podemos ver en nosotros son solo síntomas de un problema más profundo. Debajo de cada pecado externo existe un ídolo en el corazón – un dios falso que ha oscurecido al verdadero y único Dios en nuestros pensamientos y emociones.
¿Dónde está fundamentalmente nuestra felicidad, sentido de vida e identidad?
Si olvidamos el evangelio, la idolatría saldrá rápidamente, e ignoraremos todos los elementos que ya tenemos por la obra de Jesús gracias al Evangelio. Es por eso que debemos recordar que la fe en el evangelio es la que transforma nuestras motivaciones, nuestra identidad, nuestra voluntad, nuestras emociones, nuestra comprensión de nosotros mismos.
El evangelio nos invita a reflexionar sobre nuestra pecaminosidad. Solo el Evangelio es esencial para el verdadero cambio del corazón. Como dice Tim Keller:
«La única forma que tendremos de librarnos de la destructora influencia de los dioses falsos es regresar al Dios verdadero. El Dios vivo, quién se reveló a sí mismo tanto en el monte Sinaí como en la Cruz, es el único Dios Señor que, si lo encontramos, nos puede satisfacer realmente y, si le fallamos, nos puede perdonar realmente».[3]
Necesito el evangelio, buscar arrepentirme de la profunda idolatría del corazón, y creer nuevamente en las promesas del evangelio.
[1] Keller Tim, Dioses Falsos, Editorial Vida. Miami Florida 2011. Pág. 11
[2] Ibid. Pág. 17
[3] Ibid. Pág. 24
Autor
Vive en Lima, Perú. Es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Gracia. Tiene una Licenciatura en Educación, Maestría en Artes en Southern Baptist Theological Seminary y una Maestría en Divinidad en Midwestern Baptist Theological Seminary. Actualmente, es candidato al Doctorado en Ministerio en Southern Baptist Theological Seminary. Está casado con Laura, con quien tiene una hija. Le encanta leer y tener conversaciones acompañado con una taza de café.
- Rubén Villarhttps://blog.graciaenlima.com/author/ruben/
- Rubén Villarhttps://blog.graciaenlima.com/author/ruben/
- Rubén Villarhttps://blog.graciaenlima.com/author/ruben/
- Rubén Villarhttps://blog.graciaenlima.com/author/ruben/