La Disciplina de la Gracia

Hace un tiempo atrás nació poder compartirles parte de mi experiencia leyendo libros cristianos. Hoy, deseo compartir con ustedes un libro que desde el año 2013 marcó mi cristianismo en diferentes maneras.

«La Disciplina de la Gracia» es un libro que sugiero no debe faltar en tu biblioteca. Jerry Bridges, autor de este libro, quien ha buscado con claridad explicar el mensaje del evangelio, ha tenido sobre mi vida una influencia y contribución personal, porque me ha ayudado a comprender la gracia de Dios y la búsqueda de la santidad.

Al leer, entre sus páginas te encontrarás con un lenguaje muy sencillo de entender, y al mismo tiempo profundo, que te llevará a apreciar y anhelar más a Cristo. Si deseas entender todo el libro, los tres primeros capítulos son claves.  Si pasaras por alto esa porción, te estarás perdiendo el corazón del libro.

Ahí te encontrarás con la frase “predíquese el Evangelio a usted mismo”, que si verdaderamente eres un creyente en Cristo, te confrontará, porque te darás cuenta que necesitas el Evangelio cada día.  Si no eres un creyente, descubrirás la mejor noticia que tu vida necesita – el Evangelio.

Predícate el Evangelio

Para entender el Evangelio, necesitas reconocer tu estado. Como creyente de algún modo buscas auto-justificarse delante de Dios. Todo parte de pensar que eres tan bueno para merecer la justicia de Dios. Olvidamos que “nosotros somos como suciedad y nuestras justicias son como trapo de inmundicia” (Isaías 64:6).

Jerry Bridges dice que “la gracia de Dios, es un favor inmerecido, que no depende nunca de nuestro desempeño, sino siempre de los méritos inalterables de nuestro Señor Jesucristo”[1].

La justicia de Cristo ha llegado a ser nuestra justicia. Nuestros pecados se le imputaron a Él, y el castigo por ellos fue totalmente pagado por Cristo en la cruz. ¿Y qué puedo hacer para tener presente esto? La respuesta es: predicarse el Evangelio.

Predicarse el Evangelio significa que usted es consciente de su profunda pecaminosidad, y corre desesperadamente a Jesús por medio de la fe, creyendo que la vida justa de Jesús cuenta para su justificación. Predicarse el Evangelio significa creer que Jesús perdonó totalmente sus pecados, y que ya no hay ninguna condenación porque está unido a Cristo y ahora es santo delante de él.

La Gracia Oportuna

El verdadero creyente anhelará vivir en santidad, pero que pasa si en sus días no está percibiendo la gracia de Dios. ¿Qué pasa si sus días no son tan buenos como parecen? ¿Qué debemos hacer cuando tenemos un mal día?

Jerry Bridges dice, “sus peores días nunca son tan malos como para que usted esté fuera del alcance de la gracia de Dios, y sus mejores días nunca son tan buenos como para que esté más allá de la necesidad de la gracia divina”[2].

Todos podemos amanecer con buenos días donde nos levantamos con deseos de pasar tiempo en la Palabra, compartir el Evangelio en el trabajo, pasar un tiempo de comunión familiar, y acostarnos orando al Señor.  Aún en esos días no estas lejos de la necesidad de la gracia de Dios.

Por otro lado, tal vez te identifiques con un día no tan bueno, donde te levantas sin un deseo de leer la Palabra, mientes diciéndole a tu jefe que llegaste tarde por el tráfico cuando no fue así.

Durante el día, una persona se acerca contándote sus problemas, y no quieres dirigirle al Evangelio. Cuando llega la noche, no quieres pasar un tiempo con tu familia, y ni mucho orar antes de dormir, realmente es un mal día, pero no estas lejos del alcance de la gracia de Dios.

Podemos vivir con nuestros días buenos o malos, viviendo cada día bajo la gracia de Dios, encontrando nuestra satisfacción en Cristo. Y con ese gozo en el Señor podemos ser movidos a buscar vivir en santidad.

La Disciplina Dependiente 

En la vida de un cristiano siempre existe una tensión en cuanto a su propia santificación. Este es un proceso que tiene que ser entendido dentro del balance correcto entre el rol de Dios y el rol del hombre.

Jerry Bridges usa una ilustración para explicarnos de mejor manera que por un lado nuestra dependencia debe estar sujeta bajo la obra del Espíritu Santo, confiando plenamente en la obra de transformación que hace en nuestras vidas. Eso no quiere decir que no tengo ninguna parte por el hecho de ser dependiente. Por otro lado, necesitamos la disciplina que es ejercida haciendo uso de los medios de gracia que Dios ha dejado para el creyente.

Jerry Bridges dice,es difícil mantener una actitud tanto de diligencia como de dependencia… [Dios] no recompensa ni la pereza ni la pecaminosa confianza en nosotros mismos. Pero sí bendice la diligencia que practicamos con una actitud sincera de dependencia de Él”[3].

Debemos ejercitar tanto la disciplina como la dependencia en la búsqueda de la santidad. Será muy difícil buscar la santidad solo teniendo una vida dependiente o diligente en disciplina.  Necesitamos tener ambas cosas.

En conclusión, “La Disciplina de la Gracia” es un recurso necesario que te ayudará a apreciar aún más el Evangelio, mostrando tu necesidad de Cristo, en la medida que descanses en Su obra redentora y busques una vida santa y consagrada en el Señor.

[1] Jerry Bridges, La Disciplina de la Gracia. Editorial: CLC, p. 188.

[2] Ibid, p.19.

[3] Ibid, p.182.

 

Autor

Más del autor

Vive en Lima, Perú. Es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Gracia. Tiene una Licenciatura en Educación, Maestría en Artes en Southern Baptist Theological Seminary y una Maestría en Divinidad en Midwestern Baptist Theological Seminary. Actualmente, es candidato al Doctorado en Ministerio en Southern Baptist Theological Seminary. Está casado con Laura, con quien tiene una hija. Le encanta leer y tener conversaciones acompañado con una taza de café.

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