Una de las cosas que disfruto hacer con mi esposa, es leer juntos. Desde el inicio del año, antes de dormir, hemos estado leyendo y meditando en un libro devocional para parejas escrito por Timothy y Kathy Keller. Es mi deseo que estas lecturas nos ayuden a apreciar más la belleza de Cristo, y ser conscientes de la necesidad de aprender a llevar, cada día, un matrimonio centrado en el evangelio.
Cuando unos novios se casan, no se unen pensando en planificar sus problemas y ver la manera de cómo sobrevivir alrededor de ellos. La gran mayoría de personas se casan con la gran ilusión de ser felices para siempre y con la dulce fantasía que todo será de maravilla. Sin embargo, no pasará mucho tiempo en que dichas personas se den cuenta de que mientras más avanzan en su vida matrimonial, más propensos estarán en revelar muchos conceptos equivocados acerca del matrimonio.
Muchas personas, incluyendo cristianos, llegan al matrimonio pensando haberse casado solo por amor. Tienen el pensamiento de que una relación romántica y emocional durará en el tiempo, siempre y cuando traiga placer y felicidad para ambas personas. Tener este concepto, hace que el amor sea demasiado subjetivo y sentimental. En otras palabras, el amor gira alrededor de lo que uno siente o deje de sentir por una persona. Entonces, nos hallamos en un serio problema, ¿qué hacemos cuando surge el desamor? Muchas parejas no tienen una respuesta clara a esta interrogante, más aún, buscan auto justificarse diciendo: ¿Qué vamos a hacer? ¡En todos los casos es lo mismo!
Por otro lado, muchas personas llegan al matrimonio centradas en sí mismas. El egocentrismo es uno de los más grandes problemas en la vida del ser humano, y es muy notable aún en relaciones matrimoniales ¿Por qué? Porque solo tienen ojos para sí mismos. Jonathan Edwards enumeró cuatro características de la persona egocéntrica: “Uno, son dogmáticas y siempre están seguros de cada punto de sus creencias. Dos, siempre buscan culpables, son propensos a la autocompasión y nunca están satisfechos. Tres, necesitan muchos elogios y se ofenden fácilmente. Y, por último, tienden a hablar mucho sobre sí mismos y son malos oyentes”[1]. Si una de estas características se ha reflejado en tu vida o en tu matrimonio, eso quiere decir que eres una persona egocéntrica, centrada en ti mismo.
Mi deseo es presentarles una cosmovisión bíblica sobre el matrimonio, a través de cuatro verdades que me son de ayudan, día a día, en mi vida matrimonial.
Primero, el matrimonio fue establecido por Dios. Este es un principio primordial en el matrimonio, debido a que no es una institución creada por el hombre, sino por Dios. El matrimonio no gira alrededor de los pensamientos y emociones del hombre, porque no es su creación. En Génesis 2:24 dice, “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” Según el texto, el hombre deja su posición de estar bajo la autoridad de sus padres y se compromete con una mujer para formar un matrimonio nuevo. El hombre y la mujer llegan a ser una sola carne bajo el compromiso de unidad con una sola persona.
Segundo, el matrimonio es principalmente un pacto. El énfasis que la Biblia ofrece sobre el matrimonio es la de un pacto entre dos personas. La esencia del matrimonio, se basa en un compromiso de por vida. Debemos reconocer que mientras que vivamos bajo la realidad caída del pecado, el matrimonio sufrirá esos efectos. Sin embargo, Dios, soberanamente ha dejado los votos matrimoniales para nuestro recordatorio. En el devocional «El Significado del Matrimonio», el autor, hace uso de una historia para expresar esta verdad.
“En la mitología griega, Ulises sabía que cuando su barco se acercara a la isla de las Sirenas, su canción lo llevaría a ser incapaz de pensar razonablemente. Así que se ató al mástil y les dijo a sus hombres (los cuales debían usar cera en los oídos) que ignoraran sus desvaríos hasta que pasaran la isla y recuperaran el sentido. Los votos matrimoniales a menudo tienen el mismo propósito en tiempos de conflictos. Son formas de vincularte con el matrimonio para que permanezcas en él durante lo momentos que tu pensamiento está confundido”.[2]
Cuando un hombre y una mujer se comprometen en casarse, se comprometen a entregarse toda su vida. Debido a la tentación, la realidad del compromiso a menudo se pone a prueba, y la pregunta es: ¿estoy comprometido con la otra persona, incluso cuando no sienta amor y la emoción del matrimonio? Dios, soberanamente, nos ha regalado el sexo como una renovación del pacto en el matrimonio. Entonces, el sexo no solo es un mero deseo físico, sino un regalo de Dios que manifiesta una ceremonia en la cual nuestro pacto con el cónyuge se renueva en un ambiente de intenso gozo y placer.
Tercero, el matrimonio debe estar centrado en el evangelio. El matrimonio no fue diseñado para nuestra gloria. Al casarnos, debemos ser conscientes de nuestra pecaminosidad. Aunque repetidas veces puedas decir que te has casado con la mejor persona del mundo, detrás de ese dicho, en el fondo, debes reconocer que tu cónyuge es pecador. Reconocer esa verdad, es dolorosa y a la vez esperanzadora. Por un lado, te das cuenta de que ninguno de los dos puede llenar todas las expectativas creadas para tu matrimonio. Y, por otro lado, que tus deseos más profundos solo pueden ser llenados por un Salvador.
La belleza del matrimonio no encuentra su esperanza en el hombre, ni en la mujer. La esperanza está fuera de nosotros, está en Cristo Jesús. Solo a través de un correcto entendimiento del evangelio, observarás que nuestros corazones están inclinados hacia el mal y que no hay la posibilidad de salvación por nosotros mismos. Los efectos de la caída del hombre son tan profundos que era necesario que Dios mismo viniera a la tierra para darnos una solución a nuestro problema principal – el pecado. Jesús murió por tus pecados en una cruz para propiciar tu salvación. Jesús, tuvo que pasar por la oscura muerte con el propósito de ser el sustituto de tu vida y pagar por el precio de tus pecados. Solo con la muerte de una persona justa, se podría remediar tu injusticia. Al tercer día, Jesús resucitó, y dio la evidencia más grande al hombre que se puede tener una nueva vida en Él.
Por último, el matrimonio terrenal no es lo más importante. Seguro que esta última frase te dejó impresionado, también a mí, cuando lo escuché por primera vez. El matrimonio terrenal tiene un fin, y es justamente cuando la muerte los separa. De todos los matrimonios que existen, solo uno es central y eternal en toda la historia del mundo – la unión de Cristo con la Iglesia. En Apocalipsis 21:9, “Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.” El matrimonio central en toda la historia se establecerá cuando Jesús regrese de los cielos para llevar a la eternidad a los cristianos que han sido salvos solo por gracia mediante la fe en el Señor Jesucristo.
Apocalipsis 19:6-8, “Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! 7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.” Esta es la boda más importante, la de Jesús con la iglesia. Eso no quiere decir que Dios le reste importancia a tu matrimonio, pero a la luz de las Escrituras, la unión de Jesús y la Iglesia es más importante que nuestro propio matrimonio. Tener esa verdad presente, nos ayudará a reflejar cada día la gloria de la boda de Cristo y Su Iglesia, mientras vivamos en la tierra.
[1] Timothy y Kathy Keller. El significado del matrimonio – Un devocional para parejas. Nashville B&H, 2020, p.61
[2] Ibid, p.52
Autor
Vive en Lima, Perú. Es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Gracia. Tiene una Licenciatura en Educación, Maestría en Artes en Southern Baptist Theological Seminary y una Maestría en Divinidad en Midwestern Baptist Theological Seminary. Actualmente, es candidato al Doctorado en Ministerio en Southern Baptist Theological Seminary. Está casado con Laura, con quien tiene una hija. Le encanta leer y tener conversaciones acompañado con una taza de café.
- Rubén Villarhttps://blog.graciaenlima.com/author/ruben/
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