Deseo relatarte día a día los acontecimientos de la Semana más Importante de la Historia del Mundo.
El día jueves llega. Va a ser el día más largo en la vida de Jesús. Primero, hay que prepararse para la Pascua. Jesús envía a dos discípulos a Jerusalén para encontrarse con un hombre que les va a dar el uso de un espacio en su casa. Este hombre está tomando un riesgo en permitir que Jesús use su casa esa noche. Los dos discípulos hacen los preparativos necesarios, y Jesús y los doce se reúnen allí en la noche.
La Pascua
Por muchos siglos, los judíos habían celebrado la Pascua. Esta noche, miles de judíos se reúnen en Jerusalén para compartir la comida especial con sus familias. Jesús está con su “familia”, el grupo muy unido de doce amigos que perseveraron con él durante tres años. Pero, en ese grupo hay uno que no es amigo. De hecho, es un enemigo.
Comienza la comida, y de repente Jesús los sorprende (estaban acostumbrados a que Jesús los sorprendiera, pero no de esta manera). Les dice que uno de ellos lo va a traicionar. Cada uno le pregunta: “¿Soy yo?” Judas le pregunta específicamente: “¿Soy yo, maestro?” Jesús responde: “Tú lo has dicho.” Luego, Jesús le dice que hubiera sido mejor para Judas no haber nacido. Sin embargo, Jesús no considera la traición de Judas solo como un acto de un hombre egoísta. Jesús afirma que un “amigo” le va a traicionar porque Dios escribió la historia de esa manera en las Escrituras. La soberanía de Dios no es invalidada por ningún acto humano. Judas se escapa de la reunión para poner en práctica su plan oscuro.
Pero Judas no es el único al que Jesús confronta esa noche. Se vuelve hacia Pedro y le dice: “De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.” Pedro refuta la afirmación de Jesús con vehemencia. Dice: “Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré.” De hecho, todos los otros discípulos afirman lo mismo. Lo dicen con toda sinceridad, pero no comprenden su propia debilidad.
Esa noche, antes de que salgan a la calle, Jesús toma pan, y lo parte para que cada uno de sus discípulos coma. Les dice: “esto es mi cuerpo”. Toma una copa y dice: “esto es mi sangre del nuevo pacto.” Lo que da contexto a este acto tan poderoso es el escenario de la cena de la Pascua. Desde la época del Éxodo, cuando Dios rescató al pueblo de Israel de su esclavitud en Egipto, los judíos han celebrado la Pascua. Lo que no entienden es que la Pascua no solo señala hacia atrás al gran acto de rescate de Egipto; sino, también señala a Aquel que moriría (como el cordero de la Pascua) para que la ira de Dios se pueda evitar y su pueblo pueda ser rescatado.
Getsemaní
Se dirigen al Monte de los Olivos, a un huerto llamado Getsemaní. Jesús deja a la mayoría de sus discípulos, y lleva a Pedro, Jacobo y Juan más allá. Les pide que se queden allí, y va aún más lejos para orar solo. Su primera oración es impactante. Jesús le pide a su Padre, si es posible, que le deje pasar esta copa. Jesús pide a Dios, si es posible, evitar la cruz. Pero, aun estando plenamente consciente de la agonía que le espera, se somete a su Padre diciendo: “no sea como yo quiero, sino como tú.” Luego, Dios envía un ángel para fortalecerle (Lucas 22:43). Se acerca a los tres discípulos y los encuentra durmiendo. Los anima a velar y orar. Luego vuelve solo para orar otra vez. Esta vez, su oración es distinta. Jesús ora: “Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.” Él sabe que la única manera de cumplir la voluntad del Padre es ir solo a la cruz; completamente solo.
Judas llega con una multitud para prenderle. Le saluda a Jesús con un beso, el signo preestablecido para identificarlo. A Jesús, le espera una noche larga de falsas acusaciones y abusos. Tristemente, todos los discípulos lo dejan. ¡Está realmente solo!
Nuestra respuesta
Getsemaní no es principalmente un llamado a ser fiel como Jesús. Es un recordatorio de que somos como los discípulos; nuestros espíritus están dispuestos a seguir a Jesús, pero nuestra carne es débil, y a menudo fallamos. Pero, ¡Hay esperanza! Jesús no falló. Su fidelidad para acabar la obra a la cual fue llamado hace posible nuestra fidelidad.
Autor
Está casado con Cheryl y tienen tres hijos, Lauren, Micah y Abigail. Juntos han trabajado como misioneros en el Perú desde el año 2006. Es el pastor principal de la Iglesia Bautista Gracia, en el centro de Lima. Tiene su Bachiller en Educación de la Universidad de Bob Jones, y una Maestría en Teología de Calvary Baptist Theological Seminary.