La respuesta a esta pregunta no tiene el propósito de aplacar tu conciencia por algo malo que has hecho. Sino más bien, brindarte una perspectiva bíblica del arrepentimiento. Ya que tener un entendimiento distorsionado de este tema, puede traer grandes consecuencias a tu vida. Antes de responder a la pregunta planteada, es necesario examinar con detenimiento la idea errónea que muchas personas tienen acerca del arrepentimiento.
Una perspectiva errónea del arrepentimiento
En primer lugar, erramos cuando consideramos el arrepentimiento igual que el remordimiento. El remordimiento que una persona tenga por algún pecado cometido, no necesariamente es sinónimo de arrepentimiento. El remordimiento por definición, es la carga de conciencia que una persona siente cuando se da cuenta que ha hecho lo malo.
Este sentimiento, básicamente surge en el corazón del hombre a causa del temor a ser castigado, descubierto, perder alguna bendición, etc. Frente a este sin sabor, el hombre prefiere responder con excusas como estas, a fin de justificar su mal proceder: “Lo siento; te lastimé”, “de verdad que no fue mi intención”, “no debí haber hecho eso o aquello”, “no puedo creer que hice esto”, “no suelo responder de esta manera” “no sé qué me pasó esta vez” “creo que me malentendiste”, “es que, así soy yo”, ¡te la creíste! Solo era una broma ¿Me perdonas?, entre otras excusas.
En segundo lugar, erramos al creer que podemos remediar las cosas mejorando nuestras acciones la próxima vez. Robert H. Thune en su libro La Vida Centra en Evangelio describe esta realidad diciendo: “La idea de penitencia del catolicismo romano frecuentemente mancha la manera en que pensamos sobre el arrepentimiento: cuando pecamos, deberíamos sentirnos mal por ello, golpearnos y hacer algo para remediarlo”. Esto, sin lugar duda, revela nuestra escasa comprensión del arrepentimiento bíblico. Cuando pensamos que tenemos el poder para cambiar las circunstancias o peor aún, cambiarnos a nosotros mismos, erramos.
En tercer lugar, erramos al creer que el arrepentimiento genuino incluye un simple reconocer que hemos pecado. Algunos personajes en las Escrituras como Faraón (Éx 9:27; 10:16); Saúl (1 S 15:24; 30); Judas (Mt 27:4) Usaron la frase “he pecado”, sin llegar a un verdadero arrepentimiento.
Una perspectiva bíblica del arrepentimiento
En primer lugar, el arrepentimiento bíblico comienza con una percepción clara de que mi pecado ofende directamente a Dios. El salmista David comprendió esta realidad perfectamente, por ello escribió el Salmo 51:4 diciendo: “Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio”. Otro claro ejemplo de este principio es el caso del hijo menor, descrito en Lucas 15:18 “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”.
En segundo lugar, el arrepentimiento bíblico no busca excusas, ni remediar las cosas por medio de resoluciones tales como: “prometo hacerlo mejor la próxima vez”. Antes bien, produce en el corazón del hombre conciencia de su pecado y una profunda tristeza, que lo lleva a reconocer quién es delante de Dios y delante de la persona a la que ha ofendido. El arrepentimiento no es un simple lamento piadoso (2 Co 7:10).
En tercer lugar, el arrepentimiento bíblico implica huir del pecado para correr a Cristo y encontrar en Él el perdón y la transformación de nuestro corazón (1 Jn 1:9; Sal 51:10). El arrepentimiento genuino nos lleva a declarar ¡soy un fornicario! ¡Soy un idolatra!, ¡Señor ayúdame a cambiar! ¡Ayúdame a dejar dicho pecado! La palabra griega para arrepentimiento es “metanoia” y significa “cambio de mente y actitudes” y no solo «penitencia» como solía traducirse en las versiones catolicorromanas antiguas. Lo que implica necesariamente un repudio del pecado para volver a Dios. ¿Vez el pecado como Dios lo ve? ¿Aborreces lo que Dios aborrece? ¿Buscas a Cristo cada vez que has caído? ¿Encuentras en Él el descanso para tu alma?
En último lugar, el arrepentimiento bíblico es un estilo de vida y no meramente una práctica ocasional. Como dijo Martín Lutero “Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo, “Arrepentíos”… Él quería que la vida entera de los creyentes fuera de arrepentimiento”. El arrepentimiento genuino no implica necesariamente perfección, no significa que jamás volverás a pecar. Sino que cada vez que peques sentirás dolor por tu pecado, y correrás a Cristo reconociendo tu debilidad y tu necesidad de perdón. El verdadero creyente vive una vida de constante arrepentimiento (1 Jn 1:5-10).
¿Hay alguna conexión entre el arrepentimiento y la salvación?
La primera exhortación pública de Jesús fue: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio (Énfasis añadido). La salvación del pecador necesariamente requiere de un verdadero arrepentimiento. Como dijo R. C. Sproul: “Nadie que se niegue a arrepentirse puede entrar en el reino de Dios. El arrepentimiento es un requisito previo, una condición necesaria para la salvación”. El arrepentimiento, relacionado con la salvación, es cambiar tu parecer respecto a Jesucristo, es reconocer que Él es verdaderamente “Señor y Cristo” (Hch 2:36). Reconoce que eres un pecador incapaz de poder salvarte a ti mismo. Reconoce que no hay justicia personal en ti y corre al que es justo y perfecto para obtener perdón de tus pecados (Hch 17:30-31).
Autor
Sirve como uno de los pastores de la Iglesia Bautista Gracia, en Lima - Perú. Estudió una Licenciatura en Teología Pastoral en la Universidad Cristiana de Las Américas en Monterrey, México. Está casado con Jessica López con quien tiene un hijo llamado Josías.
- Daniel Antonhttps://blog.graciaenlima.com/author/daniel/
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