Los tiempos de cuarentena han llevado a muchas iglesias a tomar la decisión de cerrar las puertas de sus edificios. A muchos pastores se les ha demandado una respuesta bíblica y una evaluación de sus alcances ministeriales frente a esta crisis; de igual modo, buscar métodos creativos en medio de la pandemia de coronavirus.
Muchas congregaciones se han visto en la necesidad de usar medios virtuales para seguir manteniendo contacto con los miembros de sus iglesias. Sin embargo, aunque en estos momentos la tecnología es un medio de bendición para los tiempos de cuarentena, hay aspectos que la tecnología no podría alcanzar en su totalidad. Aquí les presentaré cinco aspectos particulares que en muchos casos lo virtual marca una línea con la vida de la iglesia.
La Prédica
Desde los inicios del cristianismo, el factor de movernos de nuestras casas para ir al templo y escuchar el sermón del domingo ha sido una marca indiscutible dentro de las congregaciones. La predicación tiene una posición central en la vida de la iglesia, y el aprecio por la recepción del mensaje de parte de las personas es poderosa.
Martyn Lloyd Jones decía de la predicación, “No se puede leer la historia de la Iglesia, aun haciéndolo por encima, sin notar que ha ocupado siempre una posición central y predominante en la vida de la misma, en particular en el protestantismo”[1].
¿Se puede predicar desde una cámara para todos? Y la respuesta es sí, pero no es un medio ideal a largo plazo. Necesitamos ser confrontados por la predica de la Palabra de manera muy personal. Cuando eso sucede, nuestras vidas son expuestas a la luz de la Palabra. Dentro del templo, existe un lugar donde se puede comunicar estas verdades, y que precisamente la iglesia desde años ha guardado con estima, el pulpito.
En el libro de Nehemías, el escriba Esdras estaba sobre un pulpito (algo que el pueblo de Israel no había visto por buen tiempo porque se encontraban en cautiverio), y cuando en lo alto abrió el libro, y lo leyó, todo el pueblo respondió con atención y humillaron su corazón en ese momento por la exposición de la Palabra.
La buena predicación exalta a Dios, confronta nuestro pecado de idolatría, y nos lleva directamente a Cristo.
La Música
En cuanto a la música, no hay duda que cantar con la congregación nos lleva a involucrarnos emocionalmente y mentalmente en la adoración. Es dulce a mis oídos escuchar cantar a la congregación alabando y celebrando a Cristo.
La vida de los primeros cristianos estaba caracterizada por una vida involucrada de adoración. La iglesia primitiva alababa a Dios desde sus hogares, porque eran las casas de los cristianos los primeros pequeños edificios de reunión (Hechos 2:47).
Más adelante, en 1 Co. 14:15, vemos al apóstol Pablo dando una referencia sobre los dones espirituales, mostrando que en una reunión de iglesia se ora, y además que en reuniones así también se deduce que se cantaría. En Efesios 5:18-19, nuevamente Pablo hace una mención del cantar esta vez en el contexto de la manifestación de la llenura del Espíritu Santo. Pablo hace un contraste entre una persona que está controlada por el alcohol, y otra persona llena por el Espíritu Santo. Una persona ebria se comporta bajo los efectos del alcohol en su cuerpo. Podríamos usar esa figura para contrastar a un hombre lleno del Espíritu, que ha puesto su mente, su voluntad, y sus emociones, bajo el control del Espíritu Santo. Una respuesta de estar controlado por el Espíritu Santo es cantar al Señor.
La historia nos relata, que después de un tiempo los creyentes trasladaron ese tiempo de alabanzas a los templos, donde se guardaba cierta liturgia de lecturas que estaba acompañada de canticos y alabanza.
Entonces, ¿Eso cierra la puerta a que cantemos vía virtual? Mi respuesta es no. Comprendiendo los tiempos que estamos viviendo, cada verdadero creyente debería cantar a Dios desde sus hogares, o escuchar por un video a una sola persona cantar.
El punto es, si de manera sincera honramos la voz congregacional acompañada de instrumentos dentro de los templos, notablemente quedará muy corto el esfuerzo musical que podamos transmitir por medio de un video. La música congregacional nos moverá de manera unánime con los demás creyentes a unir nuestras voces como un solo cuerpo involucrando nuestras emociones y pensamientos en alabanza al que es la Cabeza de la Iglesia – Cristo.
La Cena del Señor
La Cena del Señor es una representación de la muerte de Cristo y nuestra salvación. Recordamos en la Comunión del partimiento del pan y la copa, el sacrificio de Jesús por el hombre. Es un momento muy personal, íntimo y reflexivo entre el creyente y Su Salvador.
Desde el libro de los Hechos, los creyentes se reunían para celebrar el culto, participando de la enseñanza de la Palabra, cantando y partiendo el pan (Hechos 2:46). El apóstol Pablo, en el libro de Corintios da instrucciones para participar de la Cena del Señor, pero antes de dejar ciertas instrucciones, Pablo amonesta a la congregación por las alteraciones que estaban teniendo con la Cena del Señor. En el contexto de 1 Corintios 11:18, Pablo menciona que la iglesia se reunía para participar de la Cena del Señor, eso nos da a entender que tenía un aspecto colectivo, es decir, participar de la Comunión con la iglesia reunida. En este punto no está hablando de algo segregado e individual, sino de manera grupal y presencial.
¿Eso quiere decir que no podemos participar de la Cena del Señor virtualmente?
Andrés Birch, dijo lo siguiente, “Perderíamos algo importante de la dimensión horizontal de la Cena del Señor: la relación y comunión que está presente en la iglesia, cuando la tomamos en persona.”
Por ahora, hemos perdido ciertos aspectos que como iglesia comúnmente desarrollábamos, como el hecho de congregarnos, porque es un factor colectivo, por ese motivo la Cena del Señor por tener ese factor grupal y presencial como iglesia quedaría muy corto hacerlo de manera distante, no por la forma, sino por el fondo que en sí mismo produce la Cena del Señor.
El Bautismo
La ordenanza del bautismo cumple un cuadro hermoso del evangelio, de muerte, sepultura y resurrección de Jesús. Toda persona que esté apta para el bautismo, es un creyente que ha dado testimonio de su fe a la iglesia del Señor.
Cuando Juan el Bautista bautizó a Jesús, había muchas personas alrededor observando la escena (Lucas 3:21-22), es por eso que el bautismo se desarrollaba de manera pública. ¿Ese quiere decir que todo bautizo debe ser con una cierta cantidad de público, y no individual?
Quiero responder esta pregunta no siendo dogmático, prefijando un cierto porcentaje de personas. En el libro de los Hechos, Felipe tuvo que bautizar a un eunuco que estaba leyendo el libro de Isaías y que no lo entendía. Felipe procede a explicarle el evangelio de Jesús, y en ese momento el corazón del eunuco es abierto para salvación, y luego dijo a Felipe: aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?, fue en ese momento que después de la confesión del eunuco, que descendieron al agua, y Felipe bautizó a ese hombre, teniendo como testigo al hombre del carruaje (Hechos 8:36-38).
Algo que debemos precisar es que un bautizo debe ser oficializado por otra persona, en ninguna parte de las Escrituras vemos que uno mismo se puede bautizar. Por otro lado, debe ser visto por al menos una persona o un público que de testimonio del bautismo.
El bautismo del eunuco es un caso muy particular, como lo puede ser de un hombre en guerra, un cristiano en un sótano bajo un ambiente musulmán, o en tiempos de cuarentena. Este tipo de bautismos, no reemplaza al testimonio público de la iglesia sobre la vida de ese creyente. El testimonio de salvación sobre la vida de ese creyente es clave.
La Comunidad
Desde un principio de la creación, fuimos creados para compartir y relacionarnos, ningún esfuerzo virtual podrá reemplazar lo bueno y delicioso de estar juntos como iglesia. Nos reunimos los domingos para celebrar esa inmensa gracia de Dios que obra en nuestras vidas. Reunirnos como iglesia los domingos es un cuadro de anticipación de lo que será la reunión eterna de Cristo y Su Iglesia.
El cristianismo no es una fe intelectual o exclusivista. La fe genuina solo se puede vivir en comunidad. Dios no nos hizo cristianos aislados. Él ha creado una comunidad – la iglesia, para estar centrada en Él mismo, y en la edificación mutua del cuerpo de creyentes. (Efesios 4:15-16).
Los mensajes de texto, las videos llamadas, las reuniones por algún aplicativo de video conferencias, y todo lo que podemos encontrar en las redes sociales, son de gran ayuda en estos tiempos, pero jamás podrá reemplazar, los saludos afectuosos, los abrazos, el compartir la mesa después de una Comunidad, la emoción que se experimenta al estar reunidos físicamente, no se compara indudablemente a los tiempos virtuales.
Este artículo se ha escrito partiendo del entendimiento que esta es una situación temporal. No sabemos cuánto tiempo durará esta cuarentena, por ahora sabemos que es temporal. Si fuéramos a encontrarnos con una situación permanente de no poder congregarnos, tendríamos que evaluar cada aspecto que se ha mencionado.
[1] Martyn Lloyd Jones. La predicación y los predicadores, p. 12
Autor
Vive en Lima, Perú. Es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Gracia. Tiene una Licenciatura en Educación, Maestría en Artes en Southern Baptist Theological Seminary y una Maestría en Divinidad en Midwestern Baptist Theological Seminary. Actualmente, es candidato al Doctorado en Ministerio en Southern Baptist Theological Seminary. Está casado con Laura, con quien tiene una hija. Le encanta leer y tener conversaciones acompañado con una taza de café.